sábado, 5 de octubre de 2013

Otro relato de mierda sobre el insomnio

El sueño me abandona por las noches y se presenta a las 7:30 de la mañana con un aspecto horrible. Está de resaca y se mete dentro de mí, dentro, muy dentro, hasta los huesos. 7:34, peso 800 kilos. Mientras tanto sigo pasando las noches contemplando la luz anaranjada de las farolas que entra por mi ventana, cuya intensidad se potencia los días de lluvia. También su belleza se incrementa. La interacción del ser humano con la naturaleza da lugar a un juego de luces que a mi, personalmente, me agrada. Pero, ¿qué se yo de belleza?. Giro a la derecha, giro a la izquierda, manos que se introducen bajo la almohada, una coreografía perfeccionada cada noche. Elijo mirar arriba, es la posición que más me inquieta porque veo el desfile de sombras en el techo. ¿Quién os ha dejado pasar? Esta fiesta del insomnio es privada. Pero las sombras siguen a lo suyo. Se oyen los coches pasar por la M-30. ¿Estará mi sueño en uno de esos coches? Si es así, querido sueño, no olvides traerme algo bonito cuando vuelvas de tu travesía.

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